¿POR QUÉ EL MINISTRO SACERDOTE PRESIDE DE CARA A LA ASAMBLEA?
¿POR QUÉ EL MINISTRO SACERDOTE PRESIDE DE CARA A LA ASAMBLEA?
REFLEXIÓN PERSONAL V
Minor MONGE R
Laico
Diócesis de Cartago - Costa Rica
Si yo tuviera que responder desde mi sensibilidad a esta pregunta, lo primero que diría es: reflexione y medite la Constitución Lumen Gentium y comprenderá por qué el sacerdote celebra de cara a la asamblea. Sin embargo, sé que hay otros elementos históricos que debo abordar para ser entendido. Por eso, empezaré aclarando que la “[…] colocación del altar que obliga al sacerdote a estar de espaldas a la asamblea tuvo origen y motivo diferente en Oriente y en Occidente”(A).
En el caso de la Iglesia Oriental, la celebración hacia oriente responde más a una natural sensibilidad que los caracteriza; en el caso de la Iglesia Occidental, aunque no puede negarse la influencia de Oriente, son otras razones las que, alrededor del siglo VI y VII, empezarán a obligar al celebrante a presidir de espaldas a la comunidad. Concretamente, la colocación de reliquias, los retablos, las cruces y -por último- el sagrario sobre el altar, generan que éste deba pegarse a la pared y que el celebrante deba darle la espalda a la asamblea(B).
¿Y cómo justifican los estudios esta diferencia en la práctica y en la comprensión sobre celebrar de cara a la asamblea? En su origen, Oriente siempre celebró hacia el este; en su origen, Occidente no; es decir, la disciplina en la Iglesia Occidental de celebrar de espaldas a la comunidad “[…] no se practicó en todas partes de manera inmediata, ni siquiera en Roma […]”(C). E insisto en este tema, porque se ha querido afirmar que esta es la postura correcta de quien preside, cuando la realidad en la Iglesia Occidental, más concretamente en el rito romano, es muy diferente.
Entonces, para responder por qué el celebrante preside de cara a la asamblea, creo que la reflexión debería ir en dos líneas. Primeramente, entender que la “[…] asamblea vuelve a ser más importante que cualquier otra imagen o estatua, porque constituye la auténtica manifestación de la presencia de Cristo […]”(D). Aquí siempre me gusta recordar quién es la Iglesia: en palabras de san Pablo y de san Agustín, es el Cuerpo real de Jesucristo; entonces, pienso que, más allá de presidir frente a una representación de Cristo (como lo es el crucifijo), el que preside está llamado a tomar consciencia de que está celebrando de cara a Cristo mismo, presente en la asamblea(E).
El segundo aspecto de mi reflexión está en línea con la importante afirmación de san Juan Pablo II de que la Liturgia es epifanía de la Iglesia(F). Cuando la Iglesia se congrega para celebrar la acción litúrgica, es Cristo, cabeza y cuerpo, quien da culto al Padre. En la Liturgia, Cristo -en su totalidad- se manifiesta vivamente en la celebración: Cristo-cabeza sacramentalizado por el sacerdote que preside, y que, junto con el resto de la asamblea, sacramentaliza la totalidad de Cristo-cuerpo.
Entonces, de manera muy representativa, cuando veo al sacerdote presidir de cara al pueblo y mirando al pueblo, es inevitable pensar que es la cabeza quien está dirigiendo a los miembros del cuerpo para que el Cristo Total (según palabras de San Agustín de Hipona) dé un culto agradable a Dios Padre. Por lo tanto, estamos llamados a profundizar lo que Monseñor Arthur Roche decía en una de sus entrevistas: “Con la comprensión del sacerdocio de todos los bautizados, no es sólo el sacerdote quien celebra la Eucaristía, sino todos los bautizados que la celebran con él”(G). En Occidente, celebrar de cara a la asamblea tiene una profundidad tan inmensa, que muchas veces no se sabe apreciar.
Comentarios
Publicar un comentario